Waldemar B. Salió de su casa                                                en la capital, iba rumbo a una población                                                cercana y le acompañaba su                                                familia. El viaje transcurría                                                tranquilo y de pronto dejaron atrás                                                las últimas casas en las                                                afueras de la parte del sur.
Las                                                cuatro personas que la acompañaban                                                se mantenían en un estado                                                de ánimo sumamente alegre.                                                La esposa y los dos hijos cantaban                                                y reían constantemente. Waldemar                                                sin embargo desde su salida de la                                                capital estaba intranquilo, no sabía                                                exactamente la razón, pero                                                era como si algo le iba a ocurrir.                                                
                                               Era el 15 de julio de 1969 y se                                                dirigían hacia el departamento                                                de Sololá. Como don Waldemar                                                estaba de vacaciones, habían                                                pensado pasar unos días en                                                casa de su primo. Todo debería                                                ser alegría; después                                                de todo eran sus días de                                                descanso.
                                               Pasaron por Chimaltenango y repentinamente                                                uno de sus hijos dijo: ¨ Mejor                                                quedémonos en el lago de                                                los cisnes ¨. Rieron todos de                                                la ocurrencia pero el niño                                                insistía que era más                                                alegre. Trataron de explicarle la                                                razón de que no se podía                                                hacer tal cosa, pero el jovencito                                                no comprendía y se rompió                                                a llorar desconsoladamente. Esta                                                situación alteró los                                                nervios de la madre quien en enojo                                                dijo: ¨ Mejor será que                                                regresemos ¨. Pasado el mal                                                instante, continuaron la marcha.
                                               Realmente era una gran oportunidad,                                                nada menos que pasar dos días                                                en aquella casona. Ellos se instalarían                                                en el segundo piso. Era una casa                                                de dos y de madera. La mañana                                                era hermosa y con un sol espléndido.                                                El camino continuaba mostrando todo                                                el paisaje lleno de rebosante vegetación.                                                Don Walde seguía intranquilo,                                                tanto así que de pronto bajo                                                del carro y reviso las llantas.                                                Atinadamente había supuesto                                                que quizá algo pasaba en                                                el coche. Aprovecharon para muchas                                                cosas de esas que le suceden a grandes                                                y chicos en los viajes y continuaron.
                                               Al llegar donde se principia a bajar                                                el lago, de nuevo el padre de esta                                                familia frenó. Bajó                                                y a la orilla del camino observó                                                el panorama. No sabía porque,                                                pero le parecía importante                                                tomar ese descanso. Un raro presentimiento                                                se apoderó de él.                                                Sin hacerle mucho caso subió                                                de nuevo al automóvil y se                                                dispuso a bajar hacia el maravillosos                                                lago. La casa estaba situada en                                                algún lugar más abajo.
                                               De pronto el piloto escuchó                                                una voz que le decía –                                                DETENTE – inquirió                                                a su esposa, pero ella le dijo que                                                no había escuchado nada.                                                Les pareció sumamente raro                                                y de luego el coche marcho rápidamente.                                                Al girar en una curva muy pronunciada,                                                de nuevo Waldemar escuchó                                                claramente la voz que le dijo: ¨                                                ¡DETENTE! ¨… ¨ ¡DETENTE!                                                ¨. El miedo comenzó a                                                aflorar en su cuerpo y ya más                                                intranquilo dijo a su esposa que                                                quizás era mejor regresar                                                a la capital. Por supuesto que no                                                era lógico, sus vacaciones                                                tan esperadas y… bueno todo lo                                                demás. 
                                               Más abajo dice don Walde                                                escuchó otra vez esa extraña                                                voz que le repetía lo mismo                                                pero ahora por tres veces. Ante                                                esto y pecando de ingenuo decidió                                                allí mismo retornar a su                                                casa. Las protestas no se hicieron                                                esperar, principalmente de la esposa                                                y su hijo más grande. En                                                cambio el pequeñín                                                dijo que así estaba bien                                                porque él quería ir                                                a otro lado. Todo fue mejor en el                                                regreso, ya que no había                                                intranquilidad. Ya muy entrada la                                                tarde llegaron a su casa y con un                                                poco de nostalgia se acostaron temprano.
                                               Al siguiente día por la tarde                                                se apareció Humberto, el                                                primo que los había invitado                                                a su casa de campo. Con gran alarma                                                y muy asustado. Llegaba para cerciorarse                                                si aquella familia estaba en su                                                casa. Esta actitud no dejo de preocupar                                                a Waldemar quien le preguntó                                                a que se debía la visita                                                y la contestación fue: ¨                                                ¡Gracias a Dios que ustedes                                                están aquí, hoy recibí                                                un telegrama en donde me dicen que                                                mi casa se quemó totalmente!                                                ¨. De estar aquella familia                                                en la casa, es casi probable que                                                hubieran muerto, ya que según                                                se supo después el fuego                                                comenzó en la cocina del                                                guardián que estaba junto                                                al primer piso y luego subió                                                hasta destruir el inmueble completo.
¿Coincidencia? ¿Intuición? No lo sabemos aún. ¿De donde provino aquella voz que le avisó que no continuaran el viaje? A esto se le llama Premonición o Precognición. Es el conocimiento del futuro por adelantado. Como estos casos existen muchos, en esta vez fue una voz venida del futuro que salvo a una familia completa. Esta voz llega desde un punto misterioso y nos deja sin auténtico testimonio de lo extraño.
 
															