EL AMIGO QUE VOLVIÓ DEL MÁS ALLAÁ.
EL AMIGO QUE VOLVIÓ DEL MÁS ALLAÁ.

EL AMIGO QUE VOLVIÓ DEL MÁS ALLAÁ.

Siglo 30 - EMP

La historia me fue referida por un amigo, por esta sencilla razón la credibilidad no puede ponerse en duda.

A principios del mes de Abril de 1997  el Sr. M. C. visitó la ciudad capital de Guatemala, procedía de Los Ángeles California,  la razón, buscar a un amigo. Siempre que viajaba en función de negocios, nunca faltaba la oportunidad de llegar a la casa de Jorge ya que fueron compañeros de estudio y los lazos de amistad nunca se perdieron.

Aquella mañana de verano a eso de las 10 horas llegó hasta la casa de su entrañable compañero. Hizo sonar el timbre varias veces, pero nadie salió a abrir la puerta. Extraño, pues era un fin de semana.

EL AMIGO QUE VOLVIÓ DEL MÁS ALLAÁ.

Siglo 30 - EMP

La historia me fue referida por un amigo, por esta sencilla razón la credibilidad no puede ponerse en duda.

A principios del mes de Abril de 1997  el Sr. M. C. visitó la ciudad capital de Guatemala, procedía de Los Ángeles California,  la razón, buscar a un amigo. Siempre que viajaba en función de negocios, nunca faltaba la oportunidad de llegar a la casa de Jorge ya que fueron compañeros de estudio y los lazos de amistad nunca se perdieron.

Aquella mañana de verano a eso de las 10 horas llegó hasta la casa de su entrañable compañero. Hizo sonar el timbre varias veces, pero nadie salió a abrir la puerta. Extraño, pues era un fin de semana.

Finalmente Jorge salió a la puerta. Su rostro no era el mismo del que solía presentar cuando recibía tal visita. Con una actitud seria y vestido de negro se disculpó por no poderle atender, ya que estaba solo en la casa. 

La actitud resultó extraña para nuestro protagonista, pero después de todo imaginó que algo pasaba.

- Disculpá, pero sólo termino unas cosas y tendré que salir – dijo Jorge.

- ¿Pasa algo? – respondió M. C.

- ¡No nada, pero si me haces el favor de entregarle esta carta, si la ves a mi mamá, te lo voy agradecer – Estrecho la mano de M. C. y penetró de nuevo en la casa.

Sin saber a ciencia cierta la razón de tal conducta, M. C. pensó que alguien había muerto puesto que su amigo estaba vestido totalmente de negro, se podría adivinar que se dirigía a un sepelio. Un poco turbado respeto tal decisión y se retiró. Al filo del mediodía e intrigado por lo sucedido, llamó a un tío de su amigo. Esta fue la conversación:

- Hola, le habla M. C., perdone don Julio, pero fui a la casa de Jorge y lo noté de forma extraña. Es más me dio una carta para su hermana, pero no sé dónde localizarla puesto que ambos viven en la misma casa y aparentemente no estaba allí.

- Creo que usted está equivocado, ¿no se confundiría de casa?

- ¡Como lo voy hacer, eso es imposible!

- Es que lo que usted me está contando no puede ser. Ahora mismo yo voy a la funeraria. Jorge murió ayer por la tarde y ahora mismo van a ofrecer una misa y luego lo enterraremos.

 

M. C. sintió un frío recorrer su cuerpo. ¡No era posible que hubiera hablado con un difunto!

- Don Julio, pero lo que le estoy diciendo es cierto, es más él me dio una carta para su mamá y aquí la tengo. Esta es la razón de haberlo llamado pues no sé donde localizarla.

- Si desea nos vemos en la funeraria y platicamos.

- Creo que sí, ahora mismo voy para allá.

En la funeraria, pasado el mediodía, se encontraban todos los familiares de Jorge y por supuesto su cadáver.

M. C. no salía de su asombro, su cabeza daba vueltas y casi sentía vivir un sueño. Con respeto se acercó a la madre de Jorge y con una actitud casi al colmo de la histeria le entregó la carta. Su ansiedad era saber que decía. Cabe resaltar que el sobre no tenía destinatario.

Tímidamente le preguntó a la madre de Jorge sobre el contenido, luego de un tiempo de estar en la sala del sepelio.

La respuesta fue aterradora.

- M. C. – dijo la señora – creo que le jugaron una broma muy pesada. El sobre contiene un papel que está en blanco.

Aquel hombre casi se desmaya y tomando valor se acercó al ataúd de su amigo. ¡Allí estaba Jorge y el rostro – naturalmente maquillado – era el mismo que él vio cuando el espectro de aquel hombre le abrió la puerta de su casa.

 

COMENTARIO:

Evidentemente el caso no es extraño, a lo largo de miles de experiencias, investigadores serios en el campo de lo fenómenos paranormales lo confirman. Sin embargo hay preguntas que necesitan explicación. ¿Los difuntos juegan bromas? ¿Saben los movimientos e intenciones de los vivos? ¿Pueden utilizar y manipular objetos físicos como ropa o un simple papel?  ¿Por qué no dicen:  ¡ Estoy muerto! ¿Cuál es la razón de todo esto?

Misterios... Misterios.

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La historia me fue referida por un amigo, por esta sencilla razón la credibilidad no puede ponerse en duda.

A principios del mes de Abril de 1997 el Sr. M. C. visitó la ciudad capital de Guatemala, procedía de Los Ángeles California, la razón, buscar a un amigo. Siempre que viajaba en función de negocios, nunca faltaba la oportunidad de llegar a la casa de Jorge ya que fueron compañeros de estudio y los lazos de amistad nunca se perdieron.

Aquella mañana de verano a eso de las 10 horas llegó hasta la casa de su entrañable compañero. Hizo sonar el timbre varias veces, pero nadie salió a abrir la puerta. Extraño, pues era un fin de semana.

Finalmente Jorge salió a la puerta. Su rostro no era el mismo del que solía presentar cuando recibía tal visita. Con una actitud seria y vestido de negro se disculpó por no poderle atender, ya que estaba solo en la casa. 

La actitud resultó extraña para nuestro protagonista, pero después de todo imaginó que algo pasaba.

- Disculpá, pero sólo termino unas cosas y tendré que salir – dijo Jorge.

- ¿Pasa algo? – respondió M. C.

- ¡No nada, pero si me haces el favor de entregarle esta carta, si la ves a mi mamá, te lo voy agradecer – Estrecho la mano de M. C. y penetró de nuevo en la casa.

Sin saber a ciencia cierta la razón de tal conducta, M. C. pensó que alguien había muerto puesto que su amigo estaba vestido totalmente de negro, se podría adivinar que se dirigía a un sepelio. Un poco turbado respeto tal decisión y se retiró. Al filo del mediodía e intrigado por lo sucedido, llamó a un tío de su amigo. Esta fue la conversación:

- Hola, le habla M. C., perdone don Julio, pero fui a la casa de Jorge y lo noté de forma extraña. Es más me dio una carta para su hermana, pero no sé dónde localizarla puesto que ambos viven en la misma casa y aparentemente no estaba allí.

- Creo que usted está equivocado, ¿no se confundiría de casa?

- ¡Como lo voy hacer, eso es imposible!

- Es que lo que usted me está contando no puede ser. Ahora mismo yo voy a la funeraria. Jorge murió ayer por la tarde y ahora mismo van a ofrecer una misa y luego lo enterraremos.

M. C. sintió un frío recorrer su cuerpo. ¡No era posible que hubiera hablado con un difunto!

- Don Julio, pero lo que le estoy diciendo es cierto, es más él me dio una carta para su mamá y aquí la tengo. Esta es la razón de haberlo llamado pues no sé donde localizarla.

- Si desea nos vemos en la funeraria y platicamos.

- Creo que sí, ahora mismo voy para allá.

En la funeraria, pasado el mediodía, se encontraban todos los familiares de Jorge y por supuesto su cadáver.

M. C. no salía de su asombro, su cabeza daba vueltas y casi sentía vivir un sueño. Con respeto se acercó a la madre de Jorge y con una actitud casi al colmo de la histeria le entregó la carta. Su ansiedad era saber que decía. Cabe resaltar que el sobre no tenía destinatario.

Tímidamente le preguntó a la madre de Jorge sobre el contenido, luego de un tiempo de estar en la sala del sepelio.

La respuesta fue aterradora.

- M. C. – dijo la señora – creo que le jugaron una broma muy pesada. El sobre contiene un papel que está en blanco.

Aquel hombre casi se desmaya y tomando valor se acercó al ataúd de su amigo. ¡Allí estaba Jorge y el rostro – naturalmente maquillado – era el mismo que él vio cuando el espectro de aquel hombre le abrió la puerta de su casa.

COMENTARIO:

Evidentemente el caso no es extraño, a lo largo de miles de experiencias, investigadores serios en el campo de lo fenómenos paranormales lo confirman. Sin embargo hay preguntas que necesitan explicación. ¿Los difuntos juegan bromas? ¿Saben los movimientos e intenciones de los vivos? ¿Pueden utilizar y manipular objetos físicos como ropa o un simple papel? ¿Por qué no dicen:  ¡ Estoy muerto! ¿Cuál es la razón de todo esto?

Misterios... Misterios.

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