Será un dilema...? Un derecho...? Una experiencia? Un dogma...? Una facultad?
Esto ha sido tomado de una última muestra realizada en Chile, respecto a la disminución de la religiosidad en la sociedad de ese país. La agencia española de noticias EFE señala que la religiosidad de los chilenos ha disminuido desde un 77 por ciento de la población, en 1990 a un 63 por ciento en el 2006, según resultados de un estudio difundido por la firma especializada MORI Chile.
En tanto, la cifra de chilenos que se declaran no religiosos ha aumentado desde un 20 a un 31 por ciento.
Estos datos que no han de estar muy alejados de lo que ocurre en diversas regiones del planeta, desde luego, han tenido la premisa de que el ser humano siente la necesidad de creer en algo o en alguien.
Pero que es creer? He aquí algunas definiciones admitidas por la lengua española: Tener por cierto. Aceptar como verdad. Pensar, juzgar, suponer algo. Tener fe en las verdades religiosas. Tener confianza en una persona.
Aun así, cabría reflexionar sobre el verbo CREER en su modo intransitivo con el ejemplo de Tener fe en las verdades religiosas, puesto que en ese caso particular, se cree en supuestas revelaciones que han recibido solo ciertos seres humanos, respecto al creador y su creación.
Ese verbo ha sido el instrumento, también, para atrapar a los incautos, por parte de muchos autodenominados rectores de la moral y la conciencia, ministros, pastores y clérigos, quienes así logran vivir con comodidades, evaden impuestos y una mayoría de ellos con doble moral porque también concursan en las cuestiones del mundo, casos que se divulgan tarde o temprano y vaya usted a saber el impacto que causa en los “creyentes”.
A raíz de estos ejemplos numerosos seres humanos optan por cambiar de religión o se dedican a buscar algo entre todo lo que ofrece el mercado de la fe o finalmente deciden dejar de creer.
Si lo hacen, inmediatamente pasan a formar parte de las filas de los ateos o no creyentes y por ello, condenados de antemano y estigmatizados como enemigos de la religión o del Creador.
La directora de la firma a cargo del estudio, afirma que esto ocurre porque la sociedad chilena está en un proceso de secularización o sea el estado en que queda alguien que pierde su carácter religioso para pasar a ser laico, en el que disminuye la importancia de la religión en la vida de sus habitantes, aunque no la importancia de la figura de Dios, que en una escala del uno al diez, obtiene 8,7 puntos.
Siete años atrás, en el 2000, un estudio reveló que el 80% de los chilenos afirmó que la iglesia da respuestas a las necesidades espirituales de la gente pero en el 2006, la proporción se redujo en dieciséis puntos porcentuales, al 64 por ciento. Notable, no.
La percepción respecto a la baja en el índice de religiosidad de las sociedades, se generaliza ya que el presidente del pontificio consejo para el dialogo interreligioso, el cardenal francés Paúl Poupard declaró que la iglesia se enfrenta a la indiferencia frente a la religión mientras que el ateísmo ha cedido terreno.
Aquí podríamos aducir que: ¿Cómo no va a ser así?, si por ejemplo el ser humano a menos que sea judío es un ser adoptado por el creador y no su creación, es decir, se la inducido a creer que es medio hijo de ese Dios del que todos sabemos cómo piensa, se comporta, lo que le gusta y lo que no, según los textos. Ese medio hijo del hacedor es el patito feo que hasta su madre lo apartó con las alas.
Y si recuerdan en esta misma web, colaboramos con su acervo cultural al recordarle que los llamados textos sagrados, en cuanto la Biblia, fueron para algunos investigadores, alterados, mutilados, manipulados y muchos otros fueron hechos de lado y se les restó autenticidad como el caso de los evangelios de la secta judía de los Esenios. En uno de los evangelios de este grupo se atribuye a Cristo, haber pronunciado:
De cierto, de cierto os digo, la escritura es la obra del hombre, mas la vida y todos sus ejércitos, son la obra de nuestro Dios.
O también:
Dios no escribió su palabra en las páginas de un libro, sino en vuestro corazón y en vuestro espíritu. Están también en vuestro aliento, vuestra sangre, vuestros huesos. En vuestra carne, vuestras entrañas, vuestros ojos, vuestros oídos, y en cada partícula de vuestro cuerpo. Están escritas en el aire, en el agua, en la tierra. En las plantas, en los rayos del sol, en las profundidades y en las alturas. Os hablan con el fin de que comprendáis el idioma y la voluntad del Dios viviente. Pero vos cerráis los ojos para no poder ver, tapáis vuestras orejas para no poder oír.
La disminución de la religiosidad que no solo se presenta en la sociedad chilena, tiene diversas causas entre ellas, la rutina con la que algunos ministros imparten, a modo de doctrina, lo que se supone son hechos históricos al extremo de que dan la apariencia de una fantasía o un mito; porque algunas permiten las conductas denominadas licenciosas de los fieles; porque muchos se han visto envueltos en escándalos sexuales o abuso de infantes; porque están vinculados a cuestiones políticas y hasta confabulaciones o crímenes y porque poco o nada se cumple de las promesas de un ser superior a los creyentes.
Tan grave es la situación que el Vaticano, por intermedio del Consejo Pontificio de la Cultura, tuvo que elaborar un cuestionario sobre la no creencia y la indiferencia religiosa en el mundo.
El cuestionario según la justificación tiene por objeto examinar el alcance real de ese fenómeno, sus diversas modalidades y su impacto sobre los mismos creyentes, alertando contra lo que califica como una frontera entre la religión y la no creencia que se ha dado en llamar, dice “los nuevos movimientos religiosos” o “religiones alternativas”.
Entre otras cuestiones pretende establecer si existen datos numéricos o estadísticos fiables relativos al fenómeno de la no creencia en las diferentes regiones del planeta.
Pide información que identifique a quienes son los no creyentes en los países, si son movimientos, corrientes organizados y qué tipo de actividades desarrollan.
Continuará:
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