Este caso por su interés, es publicado en
nuestra página Siglo30.com , gracias a la autorización respectiva y con los
créditos respectivos. Gracias por la colaboración a nuestro particular amigo
Carlos Alberto Iurchuk .
Oscar
Alfredo Mario
Santa Rosa
– La Pampa
Informe Reservado
Santa Rosa,
3 de marzo de 2006
La
desaparición de un efectivo policial de la ciudad de General Pico (La Pampa) en
extrañas circunstancias, luego de llamar vía celular a un compañero que estaba
de franco, motorizó una espectacular búsqueda por parte de efectivos de
comisarías dependientes de la Unidad Regional II a cargo del comisario
inspector Roberto Ayala. Desde las primeras horas de la madrugada, se hicieron
presentes en el lugar el propio jefe de la fuerza, comisario general (R)
Ricardo Baudaux y el ministro de Seguridad Gobierno y Justicia Dr. Juan Carlos
Tierno.
Detalles
del caso
Día: 2 de
marzo de 2006
Hora: 21,30
aproximadamente.
Tiempo:
Noche cálida con tormenta aproximándose desde el NO.
Descripción
de la zona: Cruce de caminos vecinales. Características comunes a las de
cualquier zona, a excepción de un gran cañaveral sobre el sector oeste. Como
característica principal presenta una extensión significativa de más de 300
metros de largo por un ancho variable entre los 2 y 3 metros. Los caminos se
hallaban transitables y en buen estado antes de la lluvia que comenzó alrededor
de la 1 de la madrugada.
Ubicación
de la zona: El lugar donde se desarrolla el episodio es parte de la zona rural
de la localidad de Dorila con dirección a Maisonave, hacia el este.
Características
del protagonista: Se trata de un hombre de 31 años, en buen estado físico. Se
desempeña en la sección Abigeato de la URII con asiento en General Pico. Se
identifica como Sergio Pucheta. Casado. Su esposa está con un avanzado
embarazo. Según testimonios recogidos en el lugar y de sus compañeros, se trata
de una persona normal. Aparentemente no tiene problemas familiares visibles,
posee un comercio (cyber), no tendría apremios económicos notorios. Goza de un
concepto aceptable de parte de sus superiores.
Detalles a
tener en cuenta: El efectivo vio “algo” que lo obligó a desarrollar
el acto de desarmar la pistola, el handy y dejar caer el teléfono. El suceso
alienta una de las hipótesis barajadas de un principio. Bajo presión de
alcances desconocidos, el testigo realizó mecánicamente esos movimientos. De
acuerdo a su relato intentó alejarse del lugar porque “ellos lo seguían…
me siguieron toda la noche…” expresó en forma insistente.
Apareció
El joven
Pucheta fue hallado en un camino vecinal paralelo a la Ruta Provincial 1 por un
productor que regresaba de la ciudad de General Pico, en una zona que la
policía identificó como “El Triángulo”. Al momento de nuestra llegada
al lugar, el productor permanecía en el medio de la calle, alejado de Pucheta
que permanecía en posición fetal sobre el costado oeste del camino, visto en
dirección a Quemú Quemú.
El primer
contacto lo tiene el comisario inspector Ayala quien intenta la primera
comunicación sin respuesta. Me acerco a Pucheta desde su derecha, me arrodillo
para estar a su altura y observo que no cambia de posición y que mantiene sus
extremidades en una posición llamativamente rígidas, seguramente producto de un
shock emocional considerable.
Le hablo
intentando hacerlo reaccionar. Le menciono que se encuentra a su lado el jefe
de la Regional II y que quien le hablaba estaba para ayudarlo. Posteriormente
lo invito a relajarse mediante un sencillo ejercicio de respiración,
conduciéndolo con inspiración por nariz y exhalación por la boca. Poco a poco
Pucheta comenzó a distenderse y pude revisar sus manos sin hallar
anormalidades. Lo mismo ocurrió con su cabeza, aunque no podía observar el
rostro. Dijo que le ardía la vista. Mantenía insistentemente cubierto su
rostro.
Cuando
estiró sus extremidades inferiores comenzó a relatar entrecortadamente que
“me siguieron toda la noche”. Ante la pregunta “¿quiénes?”,
expresó que “eran dos… tenían los ojos rojos…” Ante la pregunta sobre
el aspecto de sus perseguidores dijo que “parecían transparentes… y tenían
los ojos rojos… con los ojos me hacían doler la cabeza… me decían lo que tenía
que hacer… me hicieron llamar por teléfono… me dijeron que esta noche me
vendrían a buscar…”
Interrogado
sobre el arma, expresó “no sé”, términos que repitió al requerirle
sobre el handy y el celular. Insistió … “me siguieron toda la noche”.
Cuando hubo relajado gran parte de su cuerpo,
lo invité a levantarse y ayudándolo con el comisario inspector AYALA se puso de
pie y rompió en llanto junto a su superior. Lo alenté a que lo hiciera para
descargar la angustia que demostraba. En todo momento se cubrió el rostro.
Pidió volver a sentarse y con nuestra ayuda lo hizo. Siempre cubrió el rostro
con sus antebrazos. Lo invitamos a levantar la cabeza con Ayala y lo hizo a
medias pero sin abrir los ojos.
Insistió
con el relato “tenían los ojos rojos…” y que lo “vendrían a
buscar a la noche…”
Su estado
era propio de toda persona que sufrió un shock emocional muy fuerte.
Manifestó
además que le ardían “los dedos” de las manos pero no presentaba
anormalidades visibles. Dijo además que le ardían los pies y con ayuda se sacó
borceguíes y medias. La planta de los pies presentaba el aspecto de quien ha
caminado mucho y con signos de tener ampollas a causa de la transpiración.
La doctora
que llegó en una ambulancia sólo se limitó a decirle que venían a ayudarlo
pero, con la firme decisión de trasladarlo directamente al hospital Centeno de
Gral. Pico.
Lo ayudamos
a subir a la camilla. Se puso de pie y siempre cubriendo su rostro con los
antebrazos se colocó boca abajo en la camilla.
Su arribo
al hospital motivó la preparación de la sala de emergencias donde fue
ingresado. Tres enfermeras trabajaron acomodándolo en la camilla, mientras
observaban la doctora que lo trasladó el Dr. Covella y Dra. Lluch. Le ayudaron
a quitarse toda la ropa y le inició el Dr. Covella una revisación superficial
que no arrojó anormalidades. Lo consulté si le aplicaría algún tipo de sedante,
a lo que respondió negativamente, ya que Pucheta manifestaba tener sueño y
deseos de dormir, dejando inconclusas algunas respuestas que le realizaba el
médico diciendo que quería dormir.
El Dr.
Covella confirmó que le harían hacer análisis completos (sangre – orina) y que
permanecería internado al menos por 24 horas en observación.
Ojos rojos
Llama la
atención la cantidad de relatos que desde los últimos años de la década del 90
comienzan a registrarse en la provincia, conteniendo esa descripción: ojos
rojos. Entiendo que estamos ante una tipología que si bien no es desconocida,
tiene cierto grado de agresión por la secuela que le causa al testigo.
Sostengo
esto, al trabajar comparativamente con otros casos como Platner (agosto de
1983) o Castellano (año 1999), aunque hay otros como Sayazo (abril de 1980) en
los que hubo una actitud hostil hacia el testigo, cuando fue tomado de la
cabeza por uno de los seres y relató haber sentido “un pinchazo” que
le produjo la pérdida del conocimiento.
Los
“ojos rojos” fueron descriptos por un viajante cuando se produjo el
caso en que intervino el comisario David Gallego, comisaría de Telén a fines de
la década del 90.
Durante el
período de mutilaciones de animales, hubo varios casos en los que testigos
aseguraron haber observado “algo” de lo que sólo pudieron describir
“sus ojos rojos”. Algunos los compararon, al momento de su
descripción “como si fueran dos brasas encendidas”.
El caso
producido en diciembre en la zona rural de Parera, tiene como eje central para
el protagonista (un jovencito de 17 años) un extraño ser del que no pudo
describir su forma pero sí “los ojos rojos” que lo enceguecieron y lo
dejaron en el estado en que fue hallado. También en este caso el testigo, a
pesar de la experiencia, pudo llamar por su teléfono celular a un familiar para
que lo fuera a buscar.
Hay otro
caso llamativo con cierto grado de agresión. Es el del productor rural de
Jacinto Arauz que mientras recorría un cuadro, fue sorprendido por un Ovni, que
visto desde abajo le dio la sensación que era “como un silo” del que
alcanzó a distinguir “tres patas” y que desde ese “aparato”
salió un “rayo” que le afectó dos dedos de su mano izquierda en la
que portaba un teléfono celular, que contrariamente a la natural ley de gravedad,
en lugar de caer al piso, ascendió hacia el aparato. Intervino la justicia de
General Acha, la policía de Jacinto Arauz. El teléfono nunca apareció.