Un viaje a Buenos Aires Misterioso.
Eduardo Mendoza P. – Siglo 30.
Era el mi último día de actividad profesional en el marco de la visita y reuniones de trabajo en Buenos Aires, Argentina. Aproveche parte de la tarde y mi inminente retorno a Guatemala, tome el Metro en la Corrientes y en forma rápida llegue a un símbolo de necrópolis de América del Sur, el Cementerio de la Chacarita.
De ese lugar se cuentan muchas cosas y valía la pena la carrera para ir un encuentro con el misterio además la visita a la tumba del legendario Zorzal Criollo, me refiero a Carlos Gardel. Como me lo esperaba encontré cosas increíbles y por que no curiosas. Estas son algunas de ellas:
Calles anchas cual si fuera, como lo es, una ciudad de los muertos.
UNA NECRÓPOLIS INMENSA Y CON LEYENDA.
En 1871 una epidemia de fiebre amarilla azotó Buenos Aires por lo que fue necesaria la construcción de cementerios ya que los existentes no daban abasto y el Cementerio Norte (actualmente La Recoleta) había prohibido que se inhumen allí a quienes habían muerto por la epidemia.
El nombre del barrio, que da nombre al cementerio, nace del diminutivo de Chácara o Chacra, voz quechua que significa "granja", "quinta" o "fundo". En este caso, se trataba de la Chacra del Colegio que la Compañía de Jesús quien tenía en las afueras de la ciudad de Buenos Aires hacia mediados del siglo XVIII. Por ello se la conocía como "la chacrita" o "chacarita de los colegiales".
El cementerio contaba con condiciones de higiene mínimas y sumado a la gran cantidad de víctimas que causó la epidemia, se llegaron a cremar 564 cadáveres en un día y según testimonios en un día murieron 14 empleados. Pero los olores y la falta de salubridad molestaban a los vecinos del barrio. Por esta razón el cementerio fue clausurado en 1875, pero siguió funcionando con intervalos hasta la fecha.
LOS FANTASMAS DEL CEMENTERIO..
La leyenda mas conocida es la del Taxi Fantasma, esta es la crónica urbana.
Por las calles del barrio de la Chacarita, hay quienes dicen que en los alrededores del cementerio hay un taxi muy particular: este taxi sólo recoge gente que salga del cementerio de la Chacarita para convertirlas en cadáveres luego de que visitan las tumbas de sus seres queridos. En 1978 un periódico de barrio ya desaparecido, publicó una noticia donde afirmaba que un hombre encontró una señora, muerta, sobre la lápida de su madre. Los médicos afirmaban que la mujer tenía una depresión profunda causada por el fallecimiento de algún ser querido, en este caso su mamá, pero sin embargo, ciertos dichos de vecinos que hacen referencia a un mito barrial hacen dudar sobre lo que realmente le pasó a la víctima, identificada como Felipa N. Hosperttato.
La leyenda cuenta que la mujer en cuestión estaba cansada y no quería caminar las cuadras que la separaban de la parada del colectivo, decidió tomar un taxi. Enseguida divisó uno que venía, lo paró, se subió. Le indicó al chofer la dirección y se sumergió en recuerdos de cuando su madre estaba viva, esto le impidió distinguir la palidez del conductor o el lentísimo cabeceo con que respondió al escuchar la dirección. De repente comenzó a sentir un frío, un frío que nunca antes había sentido, estaba todo demasiado helado. Quiso cerrar la ventanilla y estaba cerrada. Fue entonces cuando prestó atención a ciertos rasgos físicos de quien iba al volante. Le quiso hablar pero se quedó sin palabras al ver las manos flacas, con la piel casi pegada a los huesos, prácticamente blancas del chofer. Cuando quiso verle la cara a través del espejo delantero, no pudo, pues estaba acomodado de tal manera que sólo se veía el asiento donde no había nadie, estaba vacío al lado del taxista.
Entonces le habló: “perdón”, no obtuvo respuesta, insistió y el hombre continúo mudo. Cuando levantó su mano para tocar el hombro del conductor se asustó: la propia mano de Felipa era la de un muerto, era igual a la del taxista, pálida, flaca. Comprobó que su otra mano era igual. Pegó un grito cuando vio reflejado en el cristal lo que parecía el rostro del cadáver de una mujer y más cuando constató que ésa era su imagen. Al intentar llorar, no pudo. Luego de esto el taxi paró y Felipa vio que habían terminado en el mismo lugar donde comenzaron: el cementerio de la Chacarita. No le preguntó al extraño hombre el porqué de la parada, voces desde el interior, de entre las lápidas la llamaban porque ella ya era una más de ellos, de los muertos. Se dice que ahí se puede ver a personas que cuelgan de árboles, gente que se adentro para suicidarse, quizá sombras tras los mausoleos.
LA TUMBA DE CARLOS GARDEL.
Es uno de los intérpretes que a lo largo de mi vida me a interesado, no solo por su historia, si no por interpretación del Tango, símbolo de viejos tiempos que en la Argentina no pierde sentido. Si usted recorre las calles y avenidas como Florida y La Valle, en cada establecimiento de música se escucha el ritmo inconfundible de “Adiós Muchachos” o “Caminito” Sin duda mi deseo era visitar la tumba de ese personaje legendario de la música y fue gracias a este viaje que logre estar frente a ella. Muchas sorpresas me aguardaban luego de mi recorrido acompañado muy felizmente por Marianela , la gentil secretaria del cementerio la cual pese a que no habían ese día visitas guiadas se ofreció con una amabilidad extrema ha acompañarme por la solitaria necrópolis,
El autor frente a la tumba de Carlos Gardel, Cementerio de la Chacarita.
Las calles limpias y la construcción de mausoleos en perfecto orden. Ví el edificio crematorio en el cual se realizan unas 80 incineraciones diarias. Lugares de artistas y personajes famosos y los inmensos túneles donde reposan miles de cuerpos.
Una visita sorprendente donde en la tumba de Gardel existen decenas de plaquetas de todos los países del mundo (no observe de Guatemala), incluyendo cual si el Zorzal fuera un santo milagroso, agradecimientos por los favores dados por el interprete del tango. Después de todo nosotros somos los que hacemos los milagros con esa fuerza divina que llevamos dentro. EMP