¿Existen los seres de otros mundos?
¿Existen los seres de otros mundos?

La Biblia no lo afirma ni lo niega. Simplemente lo ignora.

Lo mismo sucede con otras ideologías religiosas de otras culturas como la INDIA con el Ramayana o el Mahabharata, en América con los Mayas o Incas.

La ciencia tampoco ha podido hasta ahora aportar una sola prueba.

No obstante hoy día los estamentos militares del ,mundo han aceptado la plena existencia de los llamados OVNIS O UAP

El argumento que más se suele esgrimir en este sentido es el “cuantitativo”, que sostiene que es imposible que en los cientos de miles de galaxias que hay en el universo, con sus sistemas solares y planetas, solo la Tierra sea un lugar habitado por seres vivos.

Pero no nos dejemos impresionar demasiado por el argumento de la pluralidad de mundos. La aparición de la vida es un fenómeno de índole “cualitativo o de calidad”, y su comparación con todo lo que es meramente cuantitativo o de cantidad tiene poco peso. ¿Acaso Dios no puede amar tanto al hombre y privilegiar su existencia, al punto de crear todo ese derroche de mundos y de estrellas como adornos para él?

¿Es acaso absurdo pensar que se haya hecho existir una inmensa multitud de astros en un universo en génesis, para que en un pequeño satélite de uno de ellos se realizara la feliz aparición de la vida, la inteligencia y el espíritu? ¿La sola existencia de la humanidad no justifica el enorme despliegue de formas inventadas por la vida en movimiento? Negar esto, al menos como posibilidad, es subestimar el valor del hombre y disminuir un proceso creativo.

Sea como fuere, lo cierto es que si solo la tierra estuviera habitada en todo el cosmos, no nos hallaríamos “solos” en el universo, pero como son ellos es la gran pregunta.

Desde que en 1947 el piloto norte americano Kennetb Arnold divisó por primera vez unos objetos no identificados en el cielo de Estados Unidos, cerca del Monte Rainier, y les puso el nombre de “platos voladores”, se desataron acalorados debates en torno a la cuestión de los ovnis y de las visitas de extraterrestres.

Según una encuesta Gallup, millones de norteamericanos han observado objetos voladores en el cielo. Algunos incluso afirman haber sido arrebatadas y llevadas a otros planetas. Pero a pesar de todo lo que se habla y escribe, los científicos aún no han logrado reunir una sola evidencia sobre el tema, ni tampoco captar señales inteligentes del espacio exterior, por lo que la existencia de civilizaciones extraterrestres sigue siendo una mera hipótesis científica, lejos aún de ser demostrada. Esta falta de pruebas ha llevado a muchos a buscar en la Biblia testimonios de que existen contactos con seres de otros mundos desde épocas remotas. Y sobre estas bases, poco a poco, fueron apareciendo sectas y grupos que fomentan el culto a las naves espaciales.

¿Qué dice la Biblia sobre la existencia y visita de seres de otros mundos?

Tres encuentros cercanos

Los que creen en los ovnis y en los platos voladores suelen citar la Biblia como prueba de que hay vida en otros planetas. Esto se debe a que, efectivamente, hay tres personajes bíblicos que parecen haber tenido contacto con seres extraterrestres durante sus vidas. Dos de ellos, según el texto sagrado, fueron arrebatados y llevados al cielo, y no volvieron nunca más. Son el patriarca Enoc (Gén 5,18-24) y el profeta Elías (2 Reyes 2, l-13). De este último se afirma incluso que fue raptado por “un carro de fuego con caballos incandescentes”.

El tercero es el sacerdote Ezequiel, el cual una noche llegó a contemplar un extraño vehículo del que descendieron cuatro seres con alas de águila, pezuñas de buey y cuatro caras cada uno (Ez 1,1-28). Mucho se ha especulado hasta el día de hoy sobre estos enigmáticos episodios. ¿Adónde fueron Enoc y Elías? ¿Por qué desaparecieron misteriosamente? ¿Qué fue lo que vio Ezequiel? ¿La Biblia demuestra la existencia de los ovnis?

El “caso” Enoc (Gén 5, 18-24)

El primer personaje bíblico citado por los creyentes del fenómeno de los ovnis es el patriarca Enoc, uno de los descendientes directos de Adán, que aparece descrito en el Génesis con características muy particulares. Ante todo, porque dentro de una larga lista de patriarcas que vivieron cientos de años, él es el que menos tiempo vivió. Segundo, porque solo llegó a vivir 365 años. Y este número corresponde exactamente a la cantidad de días que tiene el año, lo cual hace pensar que se trataba de alguien vinculado con el mundo astronómico.

Tercero, porque se dice de él que “anduvo con Dios”. Cuando la Biblia quiere decir que alguien es muy bueno, dice que anduvo “delante de Dios” (como Abrahán, Isaac, David), o que anduvo “cerca de Dios” (como ciertos reyes de Israel). Pero decir que anduvo “con Dios” implica una santidad y una cercanía a Él extraordinarias. Finalmente, porque se narra que Enoc no murió, sino que “desapareció, pues Dios se lo llevó”. Una afirmación realmente sorprendente para las Sagradas Escrituras, las cuales dan a entender que nadie pueda ir hasta donde Dios está.

Viaje especial, no espacial

¿Quién era Enoc? ¿Por qué “desapareció”? ¿Adónde se lo llevó Dios? Para responder a tales preguntas debemos tener presente que este patriarca ocupa el 7º lugar en la lista de descendientes de Adán. Y que el número 7 es una cifra simbólica en la Biblia que significa “perfección”. Ahora bien, quienes compusieron esta lista genealógica de descendientes de Adán eran los sacerdotes de Jerusalén, los cuales daban mucha importancia al simbolismo de los números.

El “caso” Elías (2 Reyes 2, l-13)

Lo que le pasó al profeta Elías es más sorprendente todavía. La Biblia refiere cómo éste, cuando presintió que su muerte estaba cerca, salió a caminar a orillas del río Jordán en compañía de su discípulo Elíseo. De pronto bajó del cielo un carro con caballos de fuego que lo arrebató y lo hizo desaparecer en el aire, ante el asombro de Elíseo y de otros discípulos que contemplaban la escena.

Esta narración, más detallada y dramática que la de Enoc, también alimentó la fantasía de muchos lectores que no han dejado de preguntarse: ¿quién tripulaba ese carro tan espectacular? ¿Se hallará Elías en algún planeta? Incluso la tradición judía sigue actualmente esperando el regreso de Elías para el final de los tiempos.

Pero es sabido que en el Antiguo Testamento el poder Dios suele representarse con la imagen del carro de guerra, porque ésta era una de las armas más poderosas de la antigüedad. En este sentido, el salmo 68,18 afirma que “los carros de guerra de Dios son innumerables”. Isaías dice que “los carros de guerra de Dios parecen un torbellino” (Is 66,15). Y del profeta Elíseo se cuenta que un día Dios le mandó sus carros de guerra del cielo para defenderlo de sus enemigos (2 Rey 6,17). Los carros se describen como “de fuego”, porque en la Biblia ésta es la forma preferida por Dios para aparecerse entre la gente.

Por un final digno

Es decir, que cuando la Biblia habla de “carros y caballos de fuego” ¿no alude a los ovnis ni a nave espacial alguna?, sino que se refiere al poder, a la fuerza, al auxilio . ¿Es , pues, tomar el relato de Elías al pie de la letra?. Se trata simplemente de una narración poética que quería señalar cómo este gran profeta, el más importante de toda la historia de Israel, tuvo un final digno de su vida excepcional. Elías había luchado durante toda su vida para mantener la pureza de la fe israelita, y un personaje así merecía honores de héroe. Pues bien, la tradición, con esta historia simbólica, se los concedió.

El “caso” Ezequiel (Ez 1,1-28)

Pero el relato bíblico más impresionante es el que aparece en el libro de Ezequiel. Allí se cuenta que una noche, mientras el profeta estaba mirando al cielo de Babilonia, vio bajar a cuatro seres rodeados por una nube de fuego. Cada uno mostraba cuatro caras, con forma de león, de toro, de águila y de ser humano. Tenían, además, cuatro alas y piernas terminadas en pezuñas. Observó en medio de ellos un carro con cuatro ruedas que avanzaban en las cuatro direcciones, cuyas llantas estaban llenas de ojos.

Al elevar la vista, vio Ezequiel que la parte superior del vehículo era una bóveda luminosa, que brillaba como el cristal, sobre la cual había un trono de zafiro. Y allí sentada, una figura con apariencia humana envuelta en fuego y rodeada de un arco iris, cuyo rostro era imposible de distinguir. El espectáculo impactó tanto a Ezequiel que cayó boca abajo en la tierra sin poder seguir mirando. Y debió permanecer luego varios días encerrado en su casa, mudo y aturdido (Ez 3,15.24.26).

Un objeto volador sí identificado

Pero las imágenes desplegadas en esta visión resultan fácilmente entendibles para el que conoce los símbolos bíblicos. ¿Lo que tuvo aquí Ezequiel fue simplemente una visión de Dios sentado en su trono?. Es lo que se deduce de todos los elementos empleados. En efecto, quiénes eran estos seres fantásticos con alas y cuatro caras lo dice él mismo más adelante (Ez 10,15. 20-22): eran los querubines, figuras fantásticas que según los israelitas acompañaban a Dios .

También se hallaban como adornos en el ¿ Las extrañas ruedas no son sino la carroza del Arca de la Alianza, el vehículo en el que siempre se desplazaba Yahvé. Están llenas de ojos, porque los ojos representan la sabiduría de Dios. El vehículo tenía como techo una bóveda, porque para la Biblia Dios habita sobre la bóveda del cielo.

El fuego rodeaba a la figura para indicar que se trataba de Dios mismo. Y dice que Ezequiel no puede distinguirle la cara pero igualmente se arroja al suelo, porque según la Biblia nadie puede ver el rostro de Dios y seguir viviendo.

Por eso se emplea tanto el número 4 (cuatro seres, cuatro alas, cuatro caras, cuatro ruedas, cuatro direcciones). Porque este número en la Biblia simboliza el cosmos, el universo entero con los 4 puntos cardinales. El libro de Ezequiel, pues, no alude en absoluto a fenómenos extraterrestres. Cualquier lector de aquella época comprendía inmediatamente el sentido de la narración y el mensaje que transmitía. En ninguno de los tres personajes bíblicos analizados, pues, hay alusión alguna a contactos con platillos voladores.

El mundo de aquel tiempo

Existe una poderosa razón por la cual la Biblia jamás menciona a seres de otros planetas, ni lo podría haber hecho. Y es porque la idea del cosmos que los hebreos tenían era muy diferente a la que tenemos hoy en día. Para ellos, la tierra era un enorme disco plano. (Sal 136,6), rodeado de aguas, y asentado sobre inmensas columnas llamadas las “columnas de la tierra” (1 Sm 2,8; Jb 9,6). Éstas, a su vez, estaban sumergidas en un profundo abismo de aguas (Ex 20,4), pero se ignoraba sobre qué estaban apoyadas en el fondo.

Creían, además, que el firmamento que se ve arriba en el cielo era tan só1o una cúpula de cristal celeste (Job 37,18), que se apoyaba en la tierra también por medio de columnas, llamadas las “columnas del cielo” (Job 26,11). Del firmamento se creía que colgaban, como de un enorme cielo raso, el sol, la luna, las estrellas y los planetas (Gn 1, 14-15), los cuales cambiaban de posición y rotaban arriba empujados por ángeles.

Por lo tanto, las estrellas y los planetas en la Biblia son simples adornos del cielo, pequeñas lámparas puestas por Dios para iluminar a los hombres y orientalos en la noche. Nunca pensaron que podían ser mundos inmensos habitados por otras criaturas.

No obstante las escrituras están plagadas de referencias a hechos para ese entonces milagrosos como el ángel que levanto su espada y mato a cien mil enemigos de Israel.

La pregunta persiste…

¿INTERVINIERON SERES DE OTROS MUNDOS EN TIEMPOS BÍBLICOS?