Fantasmas en el Camino
Fantasmas en el Camino

Por:  Eduardo Mendoza.

Se dice que los fantasmas aparecen donde han ocurrido tragedias, hechos dramáticos o violentos. Así también se habla de que son almas en pena que desean o requieren algo de los vivos.

Sin embargo, la fenomenología paranormal está plagada de casos de apariciones espectrales que no encajan en esa explicación.

Simplemente aparecen y se esfuman sin dejar mensaje alguno, generalmente vestidos de blanco o a veces con atendiendo del pasado y quizá algunas veces con los vestidos con los que fueron enterrados. Tendrían   razón las antiguas culturas de enterrar a sus muertos con sus enseres que utilizaron en vida… ¿para seguir usándolos   en el más allá?

A continuación un caso ya relatado y extraído del libro “Lo Que No Existe#

El relato de un locutor, Arturo…

 Desde tiempos inmemoriales los fantasmas han acompañado a la humanidad.  Es así como relatos muy antiguos y provenientes de Babilonia, China o Roma se despliegan ante las páginas del tiempo, los cuales son trasladados por la pluma de reconocidos historiadores.  Aparecen por todos lados, encasas infestadas, edificios viejos o nuevos, en bosques, viviendas humildes o suntuosas, en la calle y… en las carreteras.

Un viaje de noche por un camino solitario o incluso en una vía de tránsito de una ciudad a otra, es lugar proclive para encontrarse con figuras que bien podrían ser espectros.   Son numerosas las personas que atestiguan haberse encontrado con figuras a lado del camino altas horas de la noche.  Algunos, como la experiencia sufrida por el responsable de esta página, están simplemente parados al lado del camino, inmutables, vestidos de blanco, bajo la lluvia y sin hacer ninguna

A MI MEOCURRIÓ.

Esto sucedió un mes de octubre del año 2010 sobre la carretera a San Lucas, aproximadamente en el kilómetros 22, eran las 00:40 de la madrugada de un jueves,   De pronto las luces del auto en una curva y al lado derecho estaba parada una persona vestida toda de blanco, sin siquiera intentar atravesar la cinta asfáltica.  Su cabeza estaba cubierta con un capuchón y a la velocidad moderada del vehículo la deje al lado.  La lluvia era pertinaz y mi interrogante fue: ¿Qué hacía allí parada una persona a esa hora de la madrugada?  ¿Por qué no hizo una señal para pedir ayuda? ¿Si estaba lloviendo, porque no se cubría con algo? ¿Qué estaba haciendo en un corte vertical de la carretera, al pie del cerro Alux?

Me encontraba en medio de dos retornos y decidí un poco más adelante dar la vuelta para observar mejor si estaba aún allí o por algún lado.  No demoré más de un par de minutos y pase en vía contraria lentamente con las luces altas y escrutando de un lado para el otro, pero aquel personaje había desparecido. ¡Era imposible no haberlo visto en el mismo lugar, cerca o frente a mi auto! Retorné de nuevo y muy despacio, pero aquella figura con una especie de camisón blanco había desaparecido.

Al día siguiente me conduje tranquilo y llegando al sitio de la experiencia  solo pude observa una cruz en medio del camellón que divide la carretera.

 RUMBO A ESCUINTLA.

Arturo G. era un compañero de radio en la ya desaparecida Ciro´s Musical.  Este locutor salía de su turno  tarde de la noche y realizaba un largo trayecto hasta Escuintla, lugar donde residía.

Un buen día, quizá no tanto,   a la altura de Amatitlán observó al lado de la carretera la silueta de una mujer joven.  Debido a la sensación de que algo malo podía estarle ocurriendo, bajo la velocidad y se paró un poco más adelante, retrocediendo con sus luces de emergencia.

 Llegó al lado de la mujer y bajando el vidrio le pregunto si necesitaba ayuda (eran tiempos más seguros), a lo cual y con cara turbada la muchacha subió al carro sin decir una sola palabra.  Arturo comprendió que por el susto o lo que le estaba pasando, ella estaba muy alterada.  Deseando entablar comunicación y ya en marcha la joven solo hacía señales. 

Más adelante el piloto percibió un olor agradable como a perfume, la muchacha estaba pálida, pero a medida que el vehículo avanzaba se mostraba más tranquila. 

Arturo fijaba obviamente su mirada en la carretera y sentía ansiedad por llegar a Escuintla para poder dejar allí en un centro asistencial a la extraña mujer.  

De reojo la veía de vez en cuando, pero ya casi por el “Quetzal de Piedra”, en una pequeña recta, volvió su cabeza y casi pierde el control. ¡La dama ya no estaba a su lado!  Como instinto pensó que quizá había abierto la portezuela y paró.  El seguro estaba puesto, hubo otros carros que bajaron y no parecían saber nada.  Era imposible que con  el vehículo en movimiento la joven se hubiera ido, a menos que fuera un fantasma de la carretera.  (caso consignado en la página  23, del libro “Lo Que No Existe”)

¿Almas mudas en pena?  ¿Espíritus que no dicen o expresan que es lo que desean? ¿Fantasmas que parecieran vivir en otra dimensión?  ¿Espantos que solo se presentan para asustar a los mortales, los EIEC?  ¿Espectros holográficos y manipulados por extrañas entidades, con extraños propósitos?  ¡Quién sabe!