Autor: G. Eduardo Mendoza P.
Introducción:
Millones de humanos pueden en un futuro muy cercano como lo es la muerte, enfrentarse al hecho que, de pronto, se darían cuenta a la no existencia de una reencarnación. ¿Cuál sería la reacción de cientos de miles de personas al saber que la llamada comunicación con los muertos ha sido un engaño? ¿Qué sucedería con decenas de creencias y religiones al demostrarse que el otro mundo no es como lo ha pregonado por siglos?
A lo largo de la historia, el hombre ha tratado de dar respuesta a las preguntas trascendentales: ¿De dónde viene? ¿A dónde va al morir? y ¿Por qué está aquí?
En la búsqueda incansable de las respuestas, con la ayuda e influencias de religiones, filosofías místicas, creencias y leyendas, el hombre ha tomado partido y con encendidas polémicas defiende su posición frente a todo lo que no encaja en su esquema mental.
Algunos de ellos, millones con seguridad, aceptan como hecho incuestionable todo cuando dicen otros, o se publica en revistas con cierta tendencia. Esta inmensa cantidad de personas, asimismo, no toman en cuenta la investigación y el análisis y prevalece en ellas solo la fe, es decir creer en lo que no se ve.
Uno de los fenómenos que se conoce en la percepción, lo constituye la tendencia de dar por verdad “lo que se quiere ver o escuchar”. Esto se refiere a que la gente “quiere ver o escuchar lo que en realidad desea”.
Citando un ejemplo: si se introduce deliberadamente la palabra “hombra” en una obra de Psicología, lo más seguro es que el lector lea “hombre”; si aparece dicha palabra en una anatomía, leerá: “hombro”, y si es sobre nutrición se convertirá en “hambre”.
De este mismo modo muchos adaptan todo hecho y lo ajustan a lo que satisface sus necesidades. Lo dramático del asunto es que esto incluye a comunicadores sociales o profesionales en distintas ramas del conocimiento.
Muchas de estas personas se convierten en líderes espirituales, maestros y educadores, quizá de buena fe, pero arrancando de principios equivocados.
Ante la crisis existencial que vive el hombre, surge en todo tiempo y lugar la llamada explosión del ocultismo, arrastrando con ella a una inmensa cantidad de población del planeta.
Así, vemos cómo determinados hechos o fenómenos son incluidos como confirmación de teorías o, hipótesis cuando solo son simples ideas. , tales como la reencarnación o el espiritismo.
En este contexto parece ser que ciertas tendencias
filosóficas son utilizadas como única respuesta o explicación a la problemática de la vida espiritual, el premio, el castigo y el futuro del hombre. Hoy día multitud de personas viven inmersas en una creencia, situadas al margen de todo adelanto e investigación. Así, vemos cómo aún en nuestro tiempo la creencia en los espíritus chocarreros y duendes es muy extendida. Las famosas casas encantadas que tanta fascinación tienen sobre los amantes del misterio, las posesiones diabólicas y exorcismos, las echadoras de cartas y la tabla ouija, los talismanes, hechizos y sortilegios, la mala suerte y su cadena de supersticiones, las llamadas computadoras humanas, genios y monstruos en pleno siglo XX; todo es atribuido a extrañas y desconocidas fuerzas que incompresiblemente nos acechan y nos dominan.
Quienes se sitúan en este mundo, casi en su totalidad, ignoran los nuevos descubrimientos sobre los fenómenos del psiquismo humano. Descubrimientos como la telergia, la hiperestesia, el talento del inconsciente, el politiquismo, la telepatía, telequinesia precognición, simulcognición y retro cognición, ectoplasma, estigmatizaciones, el inconsciente y sugestión, dan respuestas categóricas a toda esa gama de misterios que hacen doctrinas exóticas en nuestro tiempo.
No pretendo asegurar que todo cuanto existe está ya conocido, pero sí que muchas cosas han dejado su manto extraño e increíble, para dar paso a una hermosa y fascinante gama de apasionantes fenómenos producidos por el mismo hombre.
Es precisamente allí donde radica el valor de estas investigaciones, pues lejos de atribuir las cosas a entidades desconocidas, las asigna al ser humano. ¡Nada más grandioso, sinceramente! La inquietud por escribir “Lo que no existe”, nació de la sed por la verdad, el hambre por lo real y el amor a lo insólito. Tres bregar 60 años en medios de comunicación abocados a la información de todas estas cosas, con miles de testimonios, experiencias e investigaciones, decenas de conferencias y cientos de obras consultas y dispuestas en mi biblioteca personal, sólo me resta agregar:
Muchas personas no leerán las siguientes páginas, ya que para ellas la verdad está en lo que creen y podría ser peligrosa cualquier otra cosa que la ponga en duda. Otros lo harán con escepticismo y duda, cosa que alegra ya que es un buen principio. Un gran número, para poder enfrentar su conocimiento y ver así confirmada su creencia. Quién sabe cuántos, en el afán de buscar la verdad con la lectura crítica y mente amplia.
Quizá lo mejor de todo será tener un esquema mental abierto, pues el mosaico se ve mejor de lejos que de cerca.
El anterior contenido se encuentra desarrollado en la obra que lleva más de 9,000 ejemplares vendidos y esta aun en disposición en su 4ta. edición
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