Todo empezó a las 17:45 (hora Local) cuando el patrullero Lonnie Zamora quien estaba de turno ese día perseguía a un auto fugado, posiblemente por alta velocidad. El vehículo un Chevrolet negro lo llevó hasta las afueras de la ciudad, por el sur. Zamora en la persecución escuchó un sonido fuerte y vio que a su derecha una especie de llama. Con angustia pensó en el depósito de dinamita que se encontraba en esa dirección e imaginó que había explotado. Fue entonces donde abandonó la persecución y se dirigió al lugar. ¡No sabía que esa decisión lo haría saltar a la posteridad!
Una llama azul – naranja estaba descendiendo hacia el suelo. El oficial conducía a la orilla del barranco y observó que la luz se extinguía poco después.
Estaba a unos 150 metros del suceso y le pareció que se trataba de un coche volteado, pero en formas vertical, quizá sobre su radiador o su tanque. Lo extraño fue que junto al supuesto vehículo estaba dos figuras más bien pequeñas vestidas con unos monos blancos.
“Una de esas personas parecía ver fijamente mi patrulla” – dijo Zamora posteriormente.