EL HOTEL DE LOS SUICIDAS Y EL SALTO DE TEQUENDAMA COLOMBIA (2).
EL HOTEL DE LOS SUICIDAS Y EL SALTO DE TEQUENDAMA COLOMBIA (2).

Eduardo Mendoza P. Siglo 30.

La sensación es sencillamente escalofriante, muchas personas temen acercarse a la orilla, lugar donde se han tirado al vacío cientos de personas que ya no están en este mundo. Al estar en ese sitio se corre un enorme peligro ya que un golpe de aire, una situación de vértigo, un pie que resbala en la tierra suelta, un ligero movimiento sísmico o una mala energía que hala hacia el fondo de roca pura, puede significar la puerta al otro mundo y hacer compañía a quienes han optado por hacer el viaje al más allá.

Eduardo Mendoza P. Siglo 30.

La sensación es sencillamente escalofriante, muchas personas temen acercarse a la orilla, lugar donde se han tirado al vacío cientos de personas que ya no están en este mundo. Al estar en ese sitio se corre un enorme peligro ya que un golpe de aire, una situación de vértigo, un pie que resbala en la tierra suelta, un ligero movimiento sísmico o una mala energía que hala hacia el fondo de roca pura, puede significar la puerta al otro mundo y hacer compañía a quienes han optado por hacer el viaje al más allá.

El rostro del autor lo dice todo, una mezcla de picaresca sonrisa y temor es la que se refleja en quien reta a un peligroso destino.

EL HOTEL DE LOS SUICIDAS.

Hermosa arquitectura francesa, una vista espectacular, un sonido que llama a la paz, pero que esconde un letal peligro. Recuerdo glorioso de un pasado aristocrático y de enorme valor turístico, un área de tragedia y dolor, toda una amalgama de lo bello y lo horrible eso es lo que se percibe en el Hotel Salto de Tequendama, Colombia.

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Hoy (noviembre de 2015), el antiguo edificio está siendo habilitado para funcionar como museo y no está permitido tomar fotografías de su interior ya que es prácticamente un lugar lleno de instrumentos de trabajo y piso sin medio colocado.

Este lugar fue escenario de grandes celebraciones, cenas derrochadoras de viandas, gente con vestidos esplendorosos, música clásica y conversación refinada. Noche de idilio y estancia para un descanso perfecto a la orilla de la brutal naturaleza de una caída de agua y la profundidad de un cañón en la roca pura. Eso fue el Hotel del Salto, perdido en lo en aquel tiempo era intransitable y alejado del mundo. Desde su torreón un increíble mirador, sin peligro, se podía ver la profundidad de la tierra. . Fue construido sobre roca firme y sin posibilidad de derrumbarse, pero situado en la misma orilla del desfiladero.

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Fotos exclusivas del autor: Eduardo Mendoza P.

UNA EXPERIENCIA PARANORMAL.

Soy poco sugestionable, mucho menos temeroso de las extrañas fuerzas que se mueven en lugares infestados, pero no ajeno a sentir y percibir lo extraño. Sin duda alguna estar allí, como lo he hecho en otros lugares embrujados, es una experiencia única e inolvidable dentro del periodismo del misterio.

Realice una descripción auditiva del lugar y la caída del agua, que por cierto solo se puede ver cuando la represa hidroeléctrica que maneja el caudal más arriba abre las puertas dejan pasar el liquido para que se precipite hacia la cascada.  

En esa impresión magnetofónica se puede escuchar una parafonía la cual parece decir “que se ve allà” con dejo colombiano. Es de hacer la aclaración que fue realizada en la parte derecha del hotel , donde no había nadie junto a mi persona y es tan clara como si alguien hubiera estado cerca de la grabadora. Esta se puede escuchar en el segunda emisión realizada para el programa Siglo 30 y colocado en nuestro archivo Podcast.

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Pared frontal del otro lado del cañón formado por millones de años con el correr del agua, lo que hoy es el Salto de Tequendama. Foto del autor.

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Son innumerables los reportajes escritos, radiofónicos y televisivos los que se han hecho de este lugar. Esta fotografía del diario “El Comercio”, lo dice todo.

EL MISTERIO DE SU DESAPARICIÓN

Este hotel no debió tener el destino que hoy tiene. Su historia lo dice: En 1923, el edificio fue construido como mansión por el arquitecto Carlos Arturo Tapias como símbolo de la felicidad y elegancia de los ciudadanos de élite de los años 1920 La Mansión del Salto del Tequendama, como se conocía la estructura, se construyó durante la presidencia de Pedro Nel Ospina (1922-1926). Su exterior se caracteriza por su arquitectura francesa. El edificio era accesible mediante tren desde Bogotá..

En julio de 1950 se planificó reconstruir el edificio para reconvertirlo en un hotel. . Gabriel Largacha era el diseñador y Domenico Parma era el constructor. Desde los años 1990, y por más de dos décadas, el hotel estuvo abandonado debido dicen algunos a la contaminación del río, otros a la funesta historia de los suicidios y algunos más por lo inaccesible por tierra y alejado de la urbe. Hay controversia pues quienes narran su historia dicen que nunca fue hotel, pero otros dicen que sirvió como restaurante. Lo cierto es que en el área y el interior se habla mucho de los fenómenos fuera de lo normal y la verdad es que se siente esa sensación.

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Entra principal por donde pasaron en su tiempo altas personalidades de la sociedad y la política colombiana.

Hoy no se puede acceder a su interior, pero la fachada del principal desborda la imaginación y pareciera que uno puede ver las elegantes parejas que entraban para disfrutar la estancia de lo que hoy solo ocupan entes del mas allá.

Este emblemático lugar es visitado por pocas personas, particularmente los días de descanso a pesar que su historia es muy conocida en Bogotá. Algunos como Alexander, mi taxista dicen que es por que consideran peligroso el lugar, otros por que si no se abre la represa, no hay caída de Tequendama, algunos más por que sienten que que la visita les trae malos recuerdos, algunos mas por que allí no hay nada que comprar o comer salvo en pequeñas barracas y finalmente por lo que ha ocurrido, cientos de muertes por suicidio a lo largo del tiempo y eso puede que lo invite a más de alguno a realizar lo mismo. . EMP.

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Eduardo Mendoza P. junto a un grupo de turistas ingleses los cuales desde muy lejos, llegaron para sentir lo inexplicable.

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