EL MONSTRUO INVISIBLE
EL MONSTRUO INVISIBLE
Era el 10 de mayo de 1951. la comisaría de policía estaba tranquila, nada turbaba la paz en aquel día. De pronto y corriendo llegó una muchacha, lucía espantada y terriblemente histérica.
Era el 10 de mayo de 1951. la comisaría de policía estaba tranquila, nada turbaba la paz en aquel día. De pronto y corriendo llegó una muchacha, lucía espantada y terriblemente histérica.
 Los presentes y miembros de la fuerza policial le preguntaron inmediatamente quien la perseguía, a lo cual ella respondió que un ser misterioso la estaba mordiendo. Los policías incrédulos llamaron rápidamente a un médico, el cual dijo que no valía la pena ocuparse de una epiléptica. Por el estado de la joven los agentes insistieron y por fin se presentó el médico a la estación de policía.

Clarita Villanueva fue vista por aquel hombre de ciencia y para asombro suyo vio que efectivamente tenía mordiscos en el cuello. El médico lo asoció con un posible pleito con su novio, pero la muchacha repetía que era un ser extraño la causa. Además ¿Cómo era posible que pudiera haberse mordido esa parte?

Por unos instantes todo fue calma, pero más tarde, Clarita se puso a gritar de nuevo. Sus gritos de desesperación eran porque el monstruo había llegado a la estación policíaca y empezaba a morder. El asombrado médico y los policías vieron asombrados como la joven se convulsionaba como una posesa y en sus brazos aparecían señales claras de mordidas y para colmo de todo con muestra evidente de saliva.

El doctor llamó a un colega para que observara también el fenómeno y por su parte, los policías llamaron al alcalde de Manila cuyo nombre era Arsenio Lacson. Los mordiscos continuaron por espacio de varias horas, ante la mirada de innumerables testigos, los cuales miraban a Clarita retorcerse a causa de éstos, pero sin poder hacer nada. Solo ella miraba a su enigmático atacante y entre todo su dolor y pánico dijo que el extraño ser se parecía a un hombrecillo, con enormes ojos y una especie de capa y que a veces flotaba a unos centímetros del suelo.

El alcalde llamo al Arzobispo y la muchacha fue trasladada en una ambulancia al hospital nacional. Allí la atendieron y curaron las heridas, algunas de las cuales eran realmente dolorosas.

El doctor Mariano Lara, quién atendió a Clarita, después de revizar todos los datos y observar detenidamente las heridas dijo: ¡La única explicación que encuentro para todo esto, es la que da la muchacha!. Este hombre fue el único que tuvo el valor de declarar algo que iba en contra de la razón y la ciencia.

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