Hay muchas cosas en el cielo y la tierra
Hay muchas cosas en el cielo y la tierra

En forma personal me gustan los misterios, quizá porque no me conformo con lo que simplemente  veo, escucho o me dicen. Creo firmemente que tras todo fenómeno conocido siempre hay algo más. Un poco lo que hablaba Hamlet, el de Shakespeare cuando dijo: “Hay muchas cosas en el cielo y la tierra, Horacio, que ni las sueñas en tu filosofía”.

Sin embargo esta posición frente a lo hechos es peligrosa, pues caer en extremos suele ser erróneo. No obstante esta forma de ver las cosas es una actividad apasionante y por sobre todo que trasciende. La mente abierta y receptiva es una cualidad inherente a todo innovador y sobre todo de aquel que siendo un “contestatario inteligente”, logra descubrir un mundo nuevo de posibilidades. La historia marca cientos de nombres de personas que han dedicado su vida a la recopilación de hechos inauditos y asombrosos. ¿Quién podría olvidar los apellidos Ripley o Guinnes?

Entremos pues, a nuestro decimotercero Archivo de lo Increíble.

  • Utha, USA – En 1968 en Antelope Springs se descubrieron huellas fosilizadas de una especie de sandalia o zapato suave. Una de ellas había aplastado un trilobite. Según estudiosos de la paleontología esto indicaba que alguien camino por allí, unos 500 millones antes de que el hombre apareciera sobre la tierra.
  • California, USA – 1962 en las montañas de Cosco se encontró un objeto al cual se le habían adherido miles de conchitas fósiles. Expertos calcularon que debió de tener por lo menos medio millón de años de antigüedad. El objeto en mención tenía una forma perfecta de bombillo eléctrico.
  • Costa sudeste de Africa – En 1938 el capitán y la tripulación de un barco pesquero vieron a poca profundidad un extraño pez que “caminaba” sobre el fondo de las aguas claras de Océano Indico. Los hombres echaron la red y para su suerte lo sacaron. Visto en cubierta nunca habían observado algo igual. Era de un color azul acerado, tenía grandes escamas, pesaba 125 libras y medía 5 pies de largo. Pronto descubrieron que estaba vivo. Al llegar a puerto el Prof. J. L. B. Smith, experto del museo de Albany de Africa del Sur, quedó aturdido al ver al animal. “Es como si hubiera regresado unos 10, 20 ó 70 millones de años atrás” – dijo a los presentes. La cuestión no era para menos, delante de él se encontraba un verdadero Coelacanth. “Sólo le he visto en dibujos o fotografías en estado petrificado”. La noticia recorrió el mundo entero y en su momento fue catalogado como el descubrimiento biológico más importante del mundo. Debido a su lentitud el Coelacanth debe vivir en aguas muy profundas y debió haberse extinguido hace millones de años. Ante  la posibilidad de encontrar otro espécimen igual, la comunidad científica divulgó dibujos y ofreció una recompensa por otro ejemplar igual. Catorce años más tarde, un pescador, Ahmed Hussein estaba a 200 yardas de la costa de las islas Comoro cuando sacó un pez “fantasmagórico”, según sus palabras. Un amigo recordó un boletín amarillento que tenía en su casa y al compararlo vieron que era el mismo del dibujo. El mismo profesor Smith se hizo presente y lo único que exclamo fue: “No tengo vergüenza de decir que al verlo, llore de emoción”.
  • 1853, Nuevo México – El juez Houhgton envió al Instituto Smithsoniano de Washington un ejemplar realmente insólito. Se trataba de un pequeño lagarto encontrado vivo dentro de un bloque de piedra “tan sólido, que hacía imposible la entrada del más pequeño insecto”. El animal sobrevivió por dos días, según el reporte. Ningún experto del museo atinó a dar respuesta de cómo entró el animal, ni mucho menos como se conservó vivo. La respuesta de algunos fue encontrada en el hecho de haber realizado una simple broma. Sin embargo el juez puso en juego su honorabilidad, además de su poca experiencia para meter semejante cosa prehistórica en una piedra.

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