Una experiencia única en el Peten.

Siglo 30.

Era la vigésima sexta oportunidad que visitaba el Departamento del Peten, al norte de la república de Guatemala,  la es visita obligada al parque nacional de Tikal, patrimonio de la humanidad.  Independientemente de observar la majestuosidad de la plaza mayor y sus pirámides imponentes del  Gran Jaguar  y templo II, en el camino nos detuvimos para adentrarnos en el interior de la tierra. 

Es un trayecto de casi tres kilómetros donde la oscuridad reina, así como el silencio absoluto unido a los murciélagos pegados al techo de la gruta.  La cueva de la “Serpiente”,  construida por el correr del agua hace miles de años es impresionante, siempre guardando el cuidado de no resbalar o  caer y quedar en extremo caso fracturado de alguna extremidad. 

Sin  duda los antojadizos pasadizos, las estalagmitas y estalactitas con sus caprichosas formas de pie de elefante, cúpulas de iglesias, diversos animales y hasta rostros de rara semejanza a perfiles mayas, dan una sensación de irrealidad al saber que se está  entrando al fondo de la tierra.

Aventurando quedar perdido, solo caminando con la luz de un par de linternas, tomando como guía los pequeños letreros de ruta y el sonido lejano de otros turistas que también viven la experiencia, sentimos la soledad de un lugar aislado de todo ese mundanal vivir de la vida moderna. 

La experiencia fue motivo para medir presencias de radiación, como las que se detectan en los lugares donde ocurren fenómenos de excepción y con equipo especial no se detecto ninguna.  Se dejaron dos grabadoras, una digital y otra analógica donde solo pudo grabarse un pequeña parafonía con si algún hubiera respirado muy cerca del equipo.  Estos instrumentos se dejaron muy bien escondidos para evitar que algún visitante los pudiera haber tomado.  Lo anterior constituyó un grave problema ya que uno se desorienta y perdí unos 45 minutos en lograr localizar el lugar de uno de ellos, pese a que se tomaron todas las referencias de caso del sitio de ubicación.

La fotografía final es quizá lo mas significativo ya que en ninguna otra de las decenas de fotografías se vió reflejado algo ante el flash de la cámara, además no hay motivo de que esto ocurra ya que no hay minerales o cristales incrustados en las paredes.  Puede ser un caso de paraidolia , pero es usted amigo de Siglo 30 quien tiene la última palabra.

En todo caso fue una experiencia única, la cual he vivido varias veces incluso llevando a principios de la década de los ´80  a grupos de turistas escuchas de Siglo 30. Ocasiones donde servía de guía junto a Jorge García “el gato”, uno de los mejores conocedores del parque Tikal conductor turístico de la en aquella época “Agencia de Viajes Caribe”.

Será hasta una próxima vez cuando quizá en su compañía podamos visitar estos lugares insólitos de nuestra república.  ¿Se apunta?   

Esta es la fotografía donde sin una razón se vio un destello de reflejo en la pantalla.  Siempre tengo la precaución de verificar las fotos y ver alguna anomalía.  Me acerque a la pared y no vi nada diferente al resto.  Una figura de un rostro con su boca, ojos  y nariz se puede apreciar en este reflejo, quizá repito una interpretación de nuestra mente en un fenómeno de llamado paraidolia, pero quien sabe…  EMP. .