Cuentan que fue en una
mañana soleada en Inglaterra cuando el astrónomo Richard Carrington detectó una
cantidad inusitada de manchas solares.

De repente,
una luz blanca estalló.

 Carrington,
conmocionado y fascinado, corrió a buscar a otros para que presenciaran lo que
mostraba su telescopio.

 

Ocurría la
más potente tormenta solar registrada en la historia y que afectó a la mayor
parte del planeta entre el 1º y el 2 de septiembre de 1859 al enviar a la
Tierra una extraordinaria cantidad de energía.

 

He
escuchado a científicos refiriéndose al peligro de llamaradas actuales y
entramos en un período de actividad magnética que las podría potenciar.

 

Stuart Clark , astrónomo

 Hubo
incendios, cortocircuitos, se interrumpieron las comunicaciones al paralizarse
las recién inventadas líneas telegráficas en países como Estados Unidos y el
Reino Unido.

 

Una aurora
boreal apareció en regiones tan alejadas del Ártico como Cuba o Hawaii.

 

Los
científicos advierten que el fenómeno de hace 150 años, conocido como la
Fulguración de Carrington, podría repetirse. ¿Cuando?  No se sabe.

 

En
riesgo

 

La Tierra
podría quedarse paralizada, con los servicios tecnológicos interrumpidos
durante muchos días, según advierten los expertos.

 

Un informe
reciente de la Academia Nacional de las Ciencias, en EE.UU., dice que los daños
de una tormenta como la de 1859 podrían cuantificarse en millones de millones
de dólares.

El desarrollo de un sistema para predecir las
erupciones en el Sol es prioritario.

 

En
declaraciones a la BBC Stuart Clark, astrónomo y autor del libro The Sun Kings sobre la Fulguración de Carrington, explica que “nuestra dependencia
de satélites para la comunicación y la navegación nos pone en riesgo ante esta
clase de tormentas”.

 

El experto
expresa que ya en 1989 en Quebec, Canadá, se tuvo un adelanto de lo que podría
pasar.

 

En esa
fecha, una tormenta solar, obviamente mucho menos intensa que la de 1859,
ocasionó que una planta hidroeléctrica se detuviese durante varias horas, con
pérdidas de cientos de millones de dólares.

 

Con
respecto a qué se puede hacer durante una tormenta de gran magnitud, Clark
opina que “simplemente desconectar la generación de electricidad por el
tiempo que dure el fenómeno, lo cual sin duda, ocasionará muertes”.

 

Incómoda

 

Lo que pasó
en el siglo XIX se debió a una combinación de eventos por los cuales las
manchas solares, con sus potentes campos magnéticos, se entrecruzaron, con una
consiguiente liberación de energía violenta, o llamarada solar.

 

Ocurrió,
entonces, la disrupción más potente en la ionosfera de la Tierra en toda la
historia, como se explica en el sitio electrónico de la Nasa.

 

Bruce
Tsurutani, físico del Laboratorio de Propulsión a Chorro de la Nasa, expone en
ese mismo sitio que “con la llamarada vino la liberación de una nube de
plasma cargada magnéticamente y denominada eyección de masa coronal”.

 

No todas las eyecciones
de masa coronal se dirigen hacia la Tierra dijo Bruce Tsurutani de la  Nasa

 

Según
manifiesta, “no todas las eyecciones de masa coronal se dirigen hacia la
Tierra. Tardan normalmente de tres a cuatro días en llegar aquí. Ésta tardó 17
horas y 40 minutos”.

 

Clark
explica, entretanto, que “estamos en un momento en que la actividad solar
se encuentra en un mínimo prolongado”.

 

Y
“esta situación no es cómoda porque las más grandes llamaradas, como la de
1859, han aparecido de manera inesperada cuando el sol se encuentra en
quietud”.

 

Más aún,
“he escuchado a científicos refiriéndose al peligro de llamaradas actuales
y entramos en un período de actividad magnética que las podría potenciar”,
explica.
 

sol_foto2.JPG

 Breve
advertencia

 

Cada vez
mejoramos en la capacidad de predicción de este tipo de fenómenos, en opinión
de Clark.

 

En cuanto a
la detección, “los primeros signos de alerta vendrían de satélites que
monitorean al Sol. La Nasa tiene uno, el Ace, que mide la fuerza de la
corriente de partículas procedentes del Sol y nos permite saber con qué
magnitud seríamos golpeados”.

 

El problema
con Ace es que “nos advertiría con sólo 15 ó 16 minutos de
antelación”.

 

Pero hay
otros sistemas “que observan directamente al Sol y una vez que se inicien
las llamaradas podemos ver si van a generar erupciones. Este es el caso de la
misión Soho (Solar Heliospheric Observatory, en inglés) de la Agencia Europea
del Espacio y la misión Stereo (Solar Terrestrial Relations Observatory), de la
Nasa.

 

De esa
manera -continúa Clark- “si vemos una de estas erupciones en la superficie
solar tendríamos entre 18 y 36 horas de advertencia”.

 Por todas
las consecuencias a nivel tecnológico y económico que traería para el planeta
una gran tormenta solar es que la NASA y otras agencias espaciales han
considerado como una prioridad el desarrollo de un sistema para predecir las
erupciones en el Sol (Fuente BBC Noticias).

sol_foto3.JPG

Severo daño
interno en un transformador debido a la tormenta solar en el año

1989. Las
consecuencia hoy serían dramáticas.

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