Hace
varios años, quizá unos 35, tuve acceso a una obra que me fascinó, su título:
“Mundos en Colisión”, su autor Immanuel Velikovsky.  Esta obra fue duramente criticada por la
comunidad científica de Estados Unidos la cual por parte de algunas de la vacas
sagradas de la ciencia, llegó a realizar un bloqueo contra su publicación.  Básicamente el autor se refería a la
posibilidad de la colisión entre un gigantesco cometa (hoy Venus), y la tierra
la cual provocó ciertas catástrofes en nuestro mundo.  Algunas de ellas paralizar la tierra y hacer
cambiar de giro nuestro mundo o el surgimiento del petróleo por la tremenda
presión.  Velikovsky fundamenta su
hipótesis en mitos, leyendas y crónicas de la antigüedad, así como alguna
incursión en la física del espacio.  El
mundo de los sabios se le vino encima, pero finalmente salió a luz.

Los
astrónomos se sonrojaron y se rasgaban las vestiduras ante semejantes
disparates, pero coko ocurre siempre cuando lo que critican se torna realizad,
callan para siempre.  A continuación una
nota periodística de este año, la cual en septiembre nos informa sobre la
observación de un sistema donde dos planeta han colisionado.  Velikovsky no andaba lejos.

E.
Mendoza P.

Descubren restos de polvo de dos planetas terrestres.

Dos
planetas terrestres orbitando una estrella madura similar al Sol a
aproximadamente 300 años luz de la Tierra sufrieron recientemente una violenta
colisión, según informarán astrónomos de UCLA, la Universidad Estatal de
Tennessee y el Instituto Tecnológico de California en un ejemplar de diciembre
de Astrophysical Journal, la principal revista de astronomía y
astrofísica.

“Es
como si la Tierra y Venus chocaran entre sí”, dijo Benjamin Zuckerman, profesor
de UCLA de física y astronomía y coautor del artículo. “Los astrónomos nunca
han visto nada como esto antes. Aparentemente, las grandes colisiones
catastróficas pueden tener lugar en un sistema planetario totalmente maduro”.

Descripción
artística de dos planetas en colisión en un sistema binario similar al Sol a
aproximadamente 300 años luz de distancia de la Tierra, en la constelación de
Aries. Trabajo artístico de Lynette R. Cook. (clic para ampliar)

“Si
había vida presente en alguno de los planetas, la colisión masiva la habría
aniquilado en cuestión de minutos — el evento de extinción final”, dijo el
coautor Gregory Henry, astrónomos de la Universidad Estatal de Tennessee (TSU).
“Un disco masivo de polvo emitiendo en el infrarrojo que orbita otra estrella
proporciona un testimonio silencioso de este fatal destino”.

Zuckerman,
Henry y Michael Muno, astrónomos de Caltech en el momento de la investigación,
estudiaban una estrella conocida como BD+20 307, la cual está rodeada una
asombrosa cifra de un millón de veces más polvo que el que orbita nuestro Sol.
La estrella está situada en la constelación de Aries. Los astrónomos
recopilaron datos de Rayos-X usando el Observatorio Chandra de Rayos-X y datos
de brillo procedentes de uno de los telescopios automáticos de TSU’s en el sur
de Arizona, esperando medir la edad de la estrella.

“Esperábamos
encontrar que BD+20 307 era relativamente joven, de unos pocos cientos de
millones de años como mucho, con el anillo masivo de polvo señalando las etapas
finales de la formación del sistema planetario de la estrella”, dijo Muno.

Esas
expectativas se demostraron prematuras, no obstante, cuando la astrónomo de la
Institución Carnegie de Washington Alycia Weinberger anunció en el ejemplar del
20 de mayo de 2008 de Astrophysical Journal que BD+20 307 en realidad es
un sistema binario estelar cerrado — dos estrellas orbitándose alrededor de un
centro de masas común.

“Tal
descubrimiento revisó radicalmente la interpretación de los datos y transformó
la estrella en un único e intrigante sistema”, dijo el astrónomo de TSU Francis
Fekel quien, junto con Michael Williamson de TSU, se pidió que proporcionara
datos espectroscópicos adicionales de otro telescopio automático de TSU en
Arizona para ayudar en la comprensión de este excepcional sistema binario.

Los
nuevos datos espectroscópicos confirmaron que BD+20 307 está compuesto de dos
estrellas, ambas de masa, temperatura y tamaño muy similar, a nuestro Sol.
Orbitan sobre su centro de masas común aproximadamente cada 3,42 días.

“Los
patrones de abundancia de elementos en las estrellas demuestran que son mucho
más viejas que unos pocos cientos de millones de años, como se pensaba
originalmente”, dijo Fekel. “En lugar de esto, el sistema binario parece tener
una edad de varios miles de millones de años, comparable a nuestro Sistema
Solar”.

“La
colisión planetaria en BD+20 307 no fue observada directamente sino que se
infirió a partir de la extraordinaria cantidad de partículas de polvo que
orbitan a la pareja binaria aproximadamente a la distancia que la Tierra y
Venus están de nuestro Sol”, dijo Henry. “Si este polvo apunta efectivamente a
la presencia de planetas terrestres, entonces representa el primer ejemplo
conocido de planetas de cualquier masa en órbita alrededor de una estrella
binaria cerrada”.

Zuckerman
y sus colegas informaron por primera vez en la revista Nature en julio
de 2005 de que BD+20 307, cuando aún se pensaba que era una estrella única,
estaba rodeada por más polvo orbital caliente que ninguna otras estrella
similar al Sol conocida por los astrónomos. El polvo está orbitando el sistema
binario estelar muy de cerca, donde los planetas similares a la Tierra es más
probable que estén y donde el polvo normalmente no sobrevive mucho tiempo. Las
pequeñas partículas de polvo son empujadas por la radiación estelar, mientras
que los trozos mayores quedan reducidos a polvo en colisiones dentro del disco
y entonces son triturados. De estar forma, las colisiones de formación de polvo
cerca de BD+20 307 deben haber tenido lugar bastante recientemente,
probablemente en los últimos cientos de miles de años y tal vez mucho más
recientemente, dicen los astrónomos.

“Esto
propone dos cuestiones muy interesantes”, dijo Fekel. “¿Cómo se desestabilizan
las órbitas planetarias en un sistema tan maduro y viejo, y podría tener lugar
tal colisión en nuestro propio Sistema Solar?”

“La
estabilidad de las órbitas planetarias en nuestro Sistema Solar ha sido
considerada durante casi dos décadas por el astrónomos Jacques Laskar en
Francia y, más recientemente, por Konstantin Batygin y Greg Laughlin en los
Estados Unidos”, apuntó Henry. “Sus modelos por ordenador predicen movimiento
en el futuro lejano y encontraron una pequeña probabilidad de colisiones de Mercurio
con la Tierra o Venus en algún momento en los próximos 1000 millones de años o
más. La pequeña probabilidad de que esto suceda puede estar relacionada con la
rareza de los sistemas planetarios muy polvorientos como BD+20 307.

“No
hay duda, sin embargo”, dijo Zuckerman, “de que las han tenido lugar grandes
colisiones en el pasado en nuestro Sistema Solar. Muchos astrónomos creen que
nuestra Luna se formó a partir de colisiones de dos embriones planetarios — la
joven Tierra y un cuerpo de aproximadamente el tamaño de Marte — un impacto que
creó una cantidad tremenda de escombros, algunos de los cuales se condensaron
para formar la Luna y otros quedaron en órbita alrededor del joven Sol. Por el
contrario con el impacto masivo del sistema BD+20 307, la colisión de un
asteroide con la Tierra hace 65 millones de años, la explicación favorita para
el final de los dinosaurios, fue insignificante”.

En
si novela de 1932 “When Worlds Collide (Cuando los mundos colisionan)“,
los escritores de ciencia-ficción Philip Wylie y Edwin Balmer visionaron la
destrucción de la Tierra por la colisión con un planeta con una estrella que
pasaba cerca. El clásico del cine de 1951 basada en la novela inició una larga
serie de historias de aventuras basadas en apocalípticas rocas espaciales que
chocaban contra la Tierra.

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